Un mes de pedales, tagin y buen rollo

Era 9 de enero, había pasado una noche de la ostia y me veía motivado para cualquier reto de la vida. Repaso del calendario; el 28 de abril acababa mi contrato de trabajo y me apetecía quitarme una espinita que llevaba mucho tiempo clavada en mi neurona lisérgica. Biciviajes fracasados, desidia de tiempos pasados, días de sueños y noches en vela. Pero había llegado el momento de saltar sin paracaídas, de arrancar el esparadrapo de la herida de un tirón, de cerrar la puerta a mis pies sin mirar atrás. El 6 de mayo empezaría una aventurilla a pedales, marruecos? pues bien, ese sería el destino.
Quizá me movía por una romántica idea de viajar solo, quizá sería la idea de conseguir acabar un viaje en bici, puede que hubiese un cierto tono de nostalgia ajena pintado en mi mente, o un torbellino de emociones por mis venas. El motivo no importaba, eran las ganas las que moverían mis piernas, las que dejarían volar mi mente en largas horas de fábrica pensando en el viaje, las que conseguirían cambiar mis pensamientos de la euforia al "dónde cóño voy a meterme".

"Pedaleando y arrastrando la burra a hombros por el Assif Melloul"

Un cúmulo de instantes van guiando mi vida; cada decisión tomada, cada camino elegido, cada segundo de incertidumbres, de tiempo, de gentes, de kalimotxo derramado en el estómado en cualquier juerga, con los amigos, desconocidos. No se si será por el destino, la casualidad, o por andar rebuscando en los rincones de mi pecho a diario, por los besos guardados en la piel o, quizá, por un día con lluvia que decidí desnudarme y salir corriendo por la calle. Pero mi vida es así y seguirá el camino que le salga de los cojones, que me apetezca recorrer, el camino que me dejen los muros contra los que me voy a ir chocando con el tiempo.

(Continuará...)